El Benteveo bajó a posarse en la barra de madera, como todos los días. Daba vuelta la cabeza para todos lados, bajaba al mosaico, volvía al árbol, una y otra vez.
Los Carpinteros miraban desde el pasto, como ajenos, siempre en su tarea de buscar palitos, esta vez como más pausados, como detenidos en el tiempo.
Las Palomas, desubicadas, aleteaban, se chocaban entre ellas subiendo y bajando de la pared blanca del costado… Claro… Comían todos juntos.
Ni un amague de espantarlas tuviste. Nunca.
El Benteveo: -No es igual el patio…
Las Palomas: -Te vamos a extrañar Tina…
1 comentario:
Pobre Tina. Su inagotable energia para traer, una y otra vez, la vieja pelota de futbol en el patio será muy extrañada. Pobrecita. Una divina y una muestra mas de los boxer, gran raza muy querible. Max
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